5 Porque él derroca a los habitantes de los altos, a la villa inaccesible;
la hace caer, la abaja hasta la tierra, la hace tocar el polvo;
6 la pisan pies, pies de pobres, pisadas de débiles.»
7 La senda del justo es recta; tú allanas la senda recta del justo.
8 Pues bien, en la senda de tus juicios te esperamos, Yahveh; tu
nombre y tu recuerdo son el anhelo del alma.
9 Con toda mi alma te anhelo en la noche, y con todo mi espíritu por
la mañana te busco. Porque cuando tú juzgas a la tierra, aprenden justicia
los habitantes del orbe.
10 Aunque se haga gracia al malvado, no aprende justicia; en tierra
recta se tuerce, y no teme la majestad de Yahveh.
11 Yahveh, alzada está tu mano, pero no la ven; verán tu celo por el
pueblo y se avergonzarán, tu ira ardiente devorará a tus adversarios.
12 Yahveh, tú nos pondrás a salvo, que también llevas a cabo todas
nuestras obras.
13 Yahveh, Dios nuestro, nos han dominado otros señores fuera de ti,
pero no recordaremos otro Nombre sino el tuyo.
14 Los muertos no vivirán, las sombras no se levantarán, pues los has
castigado, los has exterminado y has borrado todo recuerdo de ellos.
15 Has aumentado la nación, Yahveh, has aumentado la nación y te
has glorificado, has ampliado todos los límites del país.
16 Yahveh, en el aprieto de tu castigo te buscamos; la angustia de la
opresión era tu castigo para nosotros.
17 Como cuando la mujer encinta está próxima al parto sufre, y se
queja en su trance, así éramos nosotros delante de ti, Yahveh.
18 Hemos concebido, tenemos dolores como si diésemos a luz viento;
pero no hemos traído a la tierra salvación, y no le nacerán
habitantes al
orbe.
19 Revivirán tus muertos, tus cadáveres resurgirán, despertarán y
darán gritos de júbilo los moradores del polvo; porque rocío luminoso es tu
rocío, y la tierra echará de su seno las sombras.