20 Contempla a Sión, villa de nuestras solemnidades: tus ojos verán a
Jerusalén, albergue fijo, tienda sin trashumancia, cuyas clavijas no
serán
removidas nunca y cuyas cuerdas no serán rotas.
21 Sino que allí Yahveh será magnífico para con nosotros; como un
lugar de ríos y amplios canales, por donde no ande ninguna embarcación de
remos, ni navío de alto bordo lo atraviese.
22 (Porque Yahveh es nuestro juez, Yahveh nuestro legislador,
Yahveh nuestro rey: él nos salvará.)
23 Se han distendido las cuerdas, no sujetan derecho el mástil, no
despliegan estandarte. Entonces será repartido un botín numeroso: hasta los
cojos tendrán botín,
24 y no dirá ningún habitante: «Estoy enfermo»; al pueblo que allí
mora le será perdonada su culpa.