16 «Yahveh Sebaot, Dios de Israel, que estás sobre los Querubines, tú
sólo eres Dios en todos los reinos de la tierra, tú el que has hecho los cielos
y la tierra.
17 «Tiende, Yahveh, tu oído y escucha; abre, Yahveh, tus ojos y mira.
Oye las palabras con que Senaquerib ha enviado a insultar al Dios vivo.
18 Es verdad, Yahveh, que los reyes de Asur han exterminado a todas
las naciones y su territorio,
19 y han entregado sus dioses al fuego, porque ellos no son dioses,
sino hechuras de mano de hombre, de madera y de piedra, y por eso han
sido aniquilados.
20 Ahora, pues, Yahveh, Dios nuestro, sálvanos de su mano, y sabrán
todos los reinos de la tierra que sólo tú eres Dios, Yahveh.»
21 Isaías, hijo de Amós, envió a decir a Ezequías: «Así dice Yahveh,
Dios de Israel, a quien has suplicado acerca de Senaquerib, rey de Asur.
22 Esta es la palabra que Yahveh pronuncia contra él: Ella te
desprecia, ella te hace burla, la virgen hija de Sión. Mueve la cabeza a tus
espaldas la hija de Jerusalén.
23 ¿A quién has insultado y blasfemado? ¿Contra quién has alzado tu
voz y levantas tus ojos altaneros? ¡Contra el Santo de Israel!
24 Por tus siervos insultas a Adonay y dices: “Con mis muchos carros
subo a las cumbres de los montes, a las laderas del Líbano, derribo la altura
de sus cedros, la flor de sus cipreses, alcanzo el postrer de sus refugios su
jardín del bosque.
25 Yo he cavado y bebido en extranjeras aguas. Secaré bajo la planta
de mis pies, todos los Nilos del Egipto.”
26 ¿Lo oyes bien? Desde antiguo lo tengo preparado; desde viejos días
lo había planeado, ahora lo ejecuto. Tú has convertido en cúmulos de ruinas
las fuertes ciudades.
27 Sus habitantes, de débiles manos, confusos y aterrados, son planta
del campo, verdor de hierba, hierba de tejados, pasto quemado por el viento
de Oriente.