22 El está sentado sobre el orbe terrestre, cuyos habitantes son como
saltamontes; él expande los cielos como un tul, y los ha desplegado como
una tienda que se habita.
23 El aniquila a los tiranos, y a los árbitros de la tierra los reduce a la
nada.
24 Apenas han sido plantados, apenas sembrados, apenas arraiga en
tierra su esqueje, cuando sopla sobre ellos y se secan, y una ráfaga como
tamo se los lleva.
25 ¿Con quién me asemejaréis y seré igualado?, dice el Santo.
26 Alzad a lo alto los ojos y ved: ¿quién ha hecho esto? El que hace
salir por orden al ejército celeste, y a cada estrella por su
nombre llama.
Gracias a su esfuerzo y al vigor de su energía, no falta ni una.
27 ¿Por qué dices, Jacob, y hablas, Israel: «Oculto está mi camino
para Yahveh, y a Dios se le pasa mi derecho?»
28 ¿Es que no lo sabes? ¿Es que no lo has oído? Que Dios desde
siempre es Yahveh, creador de los confines de la tierra, que no se cansa ni
se fatiga, y cuya inteligencia es inescrutable.