7 La flor se marchita, se seca la hierba, en cuanto le dé el viento de
Yahveh (pues, cierto, hierba es el pueblo).
8 La hierba se seca, la flor se marchita, mas la palabra de nuestro Dios
permanece por siempre.
9 Súbete a un alto monte, alegre mensajero para Sión; clama con voz
poderosa, alegre mensajero para Jerusalén, clama sin miedo. Di a las
ciudades de Judá: «Ahí está vuestro Dios.»
10 Ahí viene el Señor Yahveh con poder, y su brazo lo sojuzga todo.
Ved que su salario le acompaña, y su paga le precede.