14 «Estaba mudo desde mucho ha, había ensordecido, me había
reprimido. Como parturienta grito, resoplo y jadeo entrecortadamente.
15 Derribaré montes y cedros, y todo su césped secaré; convertiré los
ríos en tierra firme y las lagunas secaré.
16 Haré andar a los ciegos por un camino que no conocían, por
senderos que no conocían les encaminaré. Trocaré delante de ellos la
tiniebla en luz, y lo tortuoso en llano. Estas cosas haré, y no las omitiré.»
17 Haceos atrás, confusos de vergüenza, los que confiáis en ídolos, los
que decís a la estatua fundida: «Vosotros sois nuestros dioses.»
18 ¡Sordos, oíd! ¡Ciegos, mirad y ved!
19 ¿Quién está ciego, sino mi siervo? ¿y quién tan sordo como el
mensajero a quien envío? (¿Quién es tan ciego como el enviado y tan sordo
como el siervo de Yahveh?)
20 Por más que has visto, no has hecho caso; mucho abrir las orejas,
pero no has oído.
21 Yahveh se interesa, por causa de su justicia, en engrandecer y dar
lustre a la Ley.
22 Pero es un pueblo saqueado y despojado, han sido atrapados en
agujeros todos ellos, y en cárceles han sido encerrados. Se les despojaba y
no había quien salvase; se les depredaba y nadie decía: «¡Devuelve!»
23 ¿Quién de vosotros escuchará esto, atenderá y hará caso para el
futuro?
24 ¿Quién entregó al pillaje a Jacob, y a Israel a los saqueadores? ¿No
ha sido Yahveh, contra quien pecamos, rehusamos andar por sus caminos, y
no escuchamos sus instrucciones?
25 Vertió sobre él el ardor de su ira, y la violencia de la
guerra le
abrasó, por todos lados sin que se apercibiese, le consumió, sin que
él
reflexionase.