6 Sacan el oro de sus bolsas, pesan la plata en la balanza, y pagan a un
orfebre para que les haga un dios, al que adoran y ante el cual se postran.
7 Se lo cargan al hombro y lo transportan, lo colocan en su sitio y allí
se queda. No se mueve de su lugar. Hasta llegan a invocarle, mas no
responde, no salva de la angustia.
8 Recordad esto y sed hombres, tened seso, rebeldes,
9 recordad lo pasado desde antiguo, pues yo soy Dios y no hay ningún
otro, yo soy Dios, no hay otro como yo.