4 Yo sabía que tú eres obstinado, que es tu cerviz una barra de hierro y
tu frente de bronce.
5 Por eso te anuncié las cosas hace tiempo y antes que ocurrieran te
las di a conocer, no sea que dijeras: «Las hizo mi ídolo, mi
estatua, mi
imagen fundida lo ordenó.»
6 Tú has oído todo esto, ¿no vas a admitirlo? Ahora te hago saber
cosas nuevas, secretas, no sabidas,
7 que han sido creadas ahora, no hace tiempo, de las que hasta ahora
nada oíste, para que no puedas decir: «Ya lo sabía.»
8 Ni las oíste ni las hiciste ni de antemano te fue abierto el oído, pues
sé muy bien que tú eres pérfido y se te llama rebelde desde el seno materno.
9 Por amor de mi nombre retardé mi cólera, a causa de mi alabanza
me contuve para no arrancarte.
10 Mira que te he apurado, y no había en ti plata, te he probado en el
crisol de la desgracia.
11 Por mí, por mí, lo hago, pues ¿cómo mi nombre sería profanado?
No cederé a otro mi gloria.
12 Escúchame, Jacob, Israel, a quien llamé: Yo soy, yo soy el primero
y también soy el último.
13 Sí, es mi mano la que fundamentó la tierra y mi diestra la que
extendió los cielos. Yo los llamo y todos se presentan.
14 Reuníos todos y escuchad: ¿Quién de entre ellos anunció estas
cosas? «Mi amigo cumplirá mi deseo contra Babilonia y la raza de los
caldeos.»
15 Yo mismo le he hablado, le he llamado, le he hecho que venga y
triunfe en sus empresas.
16 Acercaos a mí y escuchad esto: Desde el principio no he hablado
en oculto, desde que sucedió estoy yo allí. Y ahora el Señor Yahveh
me
envía con su espíritu.
17 Así dice Yahveh, tu redentor, el Santo de Israel. Yo, Yahveh, tu
Dios, te instruyo en lo que es provechoso y te marco el camino por donde
debes ir.
18 ¡Si hubieras atendido a mis mandatos, tu dicha habría sido como un
río y tu victoria como las olas del mar!
19 ¡Tu raza sería como la arena los salidos de ti como sus granos!
¡Nunca habría sido arrancado ni borrado de mi presencia su nombre!