8 Ni las oíste ni las hiciste ni de antemano te fue abierto el oído, pues
sé muy bien que tú eres pérfido y se te llama rebelde desde el seno materno.
9 Por amor de mi nombre retardé mi cólera, a causa de mi alabanza
me contuve para no arrancarte.
10 Mira que te he apurado, y no había en ti plata, te he probado en el
crisol de la desgracia.
11 Por mí, por mí, lo hago, pues ¿cómo mi nombre sería profanado?
No cederé a otro mi gloria.
12 Escúchame, Jacob, Israel, a quien llamé: Yo soy, yo soy el primero
y también soy el último.
13 Sí, es mi mano la que fundamentó la tierra y mi diestra la que
extendió los cielos. Yo los llamo y todos se presentan.
14 Reuníos todos y escuchad: ¿Quién de entre ellos anunció estas
cosas? «Mi amigo cumplirá mi deseo contra Babilonia y la raza de los
caldeos.»
15 Yo mismo le he hablado, le he llamado, le he hecho que venga y
triunfe en sus empresas.
16 Acercaos a mí y escuchad esto: Desde el principio no he hablado
en oculto, desde que sucedió estoy yo allí. Y ahora el Señor Yahveh
me
envía con su espíritu.
17 Así dice Yahveh, tu redentor, el Santo de Israel. Yo, Yahveh, tu
Dios, te instruyo en lo que es provechoso y te marco el camino por donde
debes ir.
18 ¡Si hubieras atendido a mis mandatos, tu dicha habría sido como un
río y tu victoria como las olas del mar!