2 ¿Por qué cuando he venido no había nadie, cuando he llamado no
hubo quien respondiera? ¿Acaso se ha vuelto mi mano demasiado corta
para rescatar o quizá no habrá en mí vigor para salvar? He aquí que con un
gesto seco el mar, convierto los ríos en desierto; quedan en seco sus peces
por falta de agua y mueren de sed.
3 Yo visto los cielos de crespón y los cubro de sayal.
4 El Señor Yahveh me ha dado lengua de discípulo, para que haga
saber al cansado una palabra alentadora. Mañana tras mañana despierta mi
oído, para escuchar como los discípulos;
5 el Señor Yahveh me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me
hice atrás.
6 Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que
mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos.