4 ¡Era el día de la venganza que tenía pensada, el año de mi desquite
era llegado!
5 Miré bien y no había auxiliador; me asombré de que no hubiera
quien apoyase. Así que me salvó mi propio brazo, y fue mi furia la que me
sostuvo.
6 Pisoteé a pueblos en mi ira, los pise con furia e hice correr por tierra
su sangre.
7 Las misericordias de Yahveh quiero recordar, las alabanzas de
Yahveh, por todo lo que nos ha premiado Yahveh, por la gran bondad para
la casa de Israel, que tuvo con nosotros en su misericordia, y por
la
abundancia de sus bondades.