2 La casa de David había recibido este aviso: «Aram se ha unido con
Efraím», y se estremeció el corazón del rey y el corazón de su
pueblo,
como se estremecen los árboles del bosque por el viento.
3 Entonces Yahveh dijo a Isaías: «Ea, sal con tu hijo Sear Yasub al
final del caño de la alberca superior, por la calzada del campo del Batanero,
al encuentro de Ajaz,
4 y dile: «¡Alerta, pero ten calma! No temas, ni desmaye tu corazón
por ese par de cabos de tizones humeantes,
5 ya que Aram, Efraím y el hijo de Remalías han maquinado tu ruina
diciendo:
6 Subamos contra Judá y desmembrémoslo, abramos brecha en él y
pongamos allí por rey al hijo de Tabel.”
7 Así ha dicho el Señor Yahveh: No se mantendrá, ni será así;
8 porque la capital de Aram es Damasco, y el cabeza de Damasco,
Rasón; Pues bien: dentro de sesenta y cinco años, Efraím dejará de
ser
pueblo.
9 La capital de Efraím es Samaría, y el cabeza de Samaría, el hijo de
Remalías. Si no os afirmáis en mí no seréis firmes.»
10 Volvió Yahveh a hablar a Ajaz diciendo:
11 «Pide para ti una señal de Yahveh tu Dios en lo profundo del seol o
en lo más alto.»
12 Dijo Ajaz: «No la pediré, no tentaré a Yahveh.»