4 que mandé a vuestros padres el día que los saqué de Egipto, del
crisol de hierro, diciéndoles: «Oíd mi voz y obrad conforme a lo que os he
mandado; y así seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios,
5 en orden a cumplir el juramento que hice a vuestros padres, de
darles una tierra que mana leche y miel - como se cumple hoy.» Respondí y
dije: ¡Amén, Yahveh!
6 Y me dijo Yahveh: Pregona todas estas palabras por las ciudades de
Judá y por las calles de Jerusalén: «Oíd los términos de esta
alianza y
cumplidlos:
7 que bien advertí a vuestros padres el día que les hice subir de Egipto,
y hasta la fecha he insistido en advertírselo: ¡Oíd mi voz!
8 Mas no oyeron ni aplicaron el oído, sino que cada cual procedió
según la terquedad de su corazón malo. Y así he aplicado contra ellos todos
los términos de dicha alianza que les mandé cumplir y no lo hicieron.»
9 Y me dijo Yahveh: Se ha descubierto una conjura entre los hombres
de Judá y entre los habitantes de Jerusalén.
10 Han reincidido en las culpas de sus mayores, que rehusaron
escuchar mis palabras: se han ido en pos de otros dioses para servirles; han
violado la casa de Israel y la casa de Judá mi alianza, que pacté
con sus
padres.
11 Por ende, así dice Yahveh: He aquí que yo les traigo una desgracia
a la que no podrán hurtarse; y aunque se me quejaren, no les oiré.
12 ¡Que vayan las ciudades de Judá y los moradores de Jerusalén, y
que se quejen a los dioses a quienes inciensan!, que lo que es salvarles, no
les salvarán al tiempo de su desgracia.
13 Pues cuantas son tus ciudades, otros tantos son tus dioses, Judá; y
cuantas calles cuenta Jerusalén, otros tantos altares a la Vergüenza,
otros
tantos altares hay de Baal.
14 En cuanto a ti, no pidas por este pueblo, ni eleves por ellos plegaria
ni oración, porque no he de oír cuando clamen a mí por su desgracia.