Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Jeremías 15, 2-16

2 Y como te digan: «¿A dónde salimos?», les dices: Así dice Yahveh:
Quien sea para la muerte, a la muerte; quien para la espada, a la
espada;
quien para el hambre, al hambre, y quien para el cautiverio, al cautiverio.

3 Haré que se encarguen de ellos cuatro géneros (de males) - oráculo
de Yahveh -: la espada para degollar, los perros para despedazar, las aves
del cielo y las bestias terrestres para devorar y estragar.

4 Los convertiré en espantajo para todos los reinos de la tierra,
por
culpa de Manasés, hijo de Ezequías, rey de Judá, por lo que hizo en
Jerusalén.


5 ¿Quién, pues, te tendrá lástima, Jerusalén? ¿quién meneará la cabeza
por ti? ¿quién se alargará a saludarte?

6 Tú me has abandonado - oráculo de Yahveh - de espaldas te has ido.
Pues yo extiendo mi mano sobre ti y te destruyo. Estoy cansado de
apiadarme,

7 y voy a beldarlos con el bieldo en las puertas del país. He dejado sin
hijos, he malhadado a mi pueblo, porque de sus caminos no se convertían.

8 Yo les he hecho más viudas que la arena de los mares. He traído
sobre las madres de los jóvenes guerreros al saqueador en
el pleno
mediodía. He hecho caer sobre ellos de pronto sobresalto y alarma.

9 Mal lo pasó la madre de siete hijos: exhalaba el alma, se puso su sol
siendo aún de día, se avergonzó y se abochornó. Y lo que queda de ellos, a
la espada voy a entregarlo delante de sus enemigos - oráculo de Yahveh -.

10 ¡Ay de mí, madre mía, porque me diste a luz varón discutido y
debatido por todo el país! Ni les debo, ni me deben, ¡pero todos me
maldicen!

11 Di, Yahveh, si no te he servido bien: intercedí ante ti por mis
enemigos en el tiempo de su mal y de su apuro.

12 ¿Se mella el hiero, el hierro del norte, y el bronce?

13 Tu haber y tus tesoros al pillaje voy a dar gratis, por todos
tus
pecados en todas tus fronteras,

14 y te haré esclavo de tus enemigos en un país que no conoces,
porque un fuego ha saltado en mi ira que sobre vosotros estará encendido.

15 Tú lo sabes. Yahveh, acuérdate de mí, visítame y véngame de mis
perseguidores. No dejes que por alargarse tu ira sea yo arrebatado. Sábelo:
he soportado por ti el oprobio.

16 Se presentaban tus palabras, y yo las devoraba; era tu palabra para
mí un gozo y alegría de corazón, porque se me llamaba por tu Nombre
Yahveh, Dios Sebaot.