3 Que así dice Yahveh de los hijos e hijas nacidos en este lugar, de sus
madres que los dieron a luz y de sus padres que los engendraron en esta
tierra:
4 De muertes miserables morirán, sin que sean plañidos ni sepultados.
Se volverán estiércol sobre la haz del suelo. Con espada y hambre
serán
acabados, y serán sus cadáveres pasto para las aves del cielo y las bestias de
la tierra.
5 Sí, así dice Yahveh: No entres en casa de duelo, ni vayas a plañir, ni
les consueles; pues he retirado mi paz de este pueblo - oráculo de Yahveh -
la merced y la compasión.
6 Morirán grandes y chicos en esta tierra. No se les sepultará, ni nadie
les plañirá, ni se arañarán ni se raparán por ellos,
7 ni se partirá el pan al que está de luto para consolarle por el muerto,
ni le darán a beber la taza consolatoria por su padre o por su madre.
8 Y en casa de convite tampoco entres a sentarte con ellos a comer y
beber.
9 Que así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He aquí que voy a
hacer desaparecer de este lugar, a vuestros propios ojos y en vuestros días,
toda voz de gozo y alegría, la voz del novio y la voz de la novia.
10 Luego, cuando hayas comunicado a este pueblo todas estas
palabras, y te digan: «¿Por qué ha pronunciado Yahveh contra nosotros
toda esta gran desgracia? ¿cuál es nuestra culpa, y cuál nuestro pecado que
hemos cometido contra Yahveh nuestro Dios?»,
11 tú les dirás: «Es porque me dejaron vuestros padres - oráculo de
Yahveh - y se fueron tras otros dioses y les sirvieron y adoraron, y a mí me
dejaron, y mi Ley no guardaron.
12 Y vosotros mismos habéis hecho peor que vuestros padres, pues he
aquí que va cada uno en pos de la dureza de su mal corazón, sin
escucharme.