Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Jeremías 2, 24-32

24 irrumpe en el desierto y en puro celo se bebe los vientos: su estro,

¿quién lo calmará? Cualquiera que la busca la topa, ¡bien acompañada
la
encuentra!

25 Guarda tu pie de la descalcez y tu garganta de la sed. Pero tú dices:

«No hay remedio: a mí me gustan los extranjeros, y tras ellos he de ir.»

26 Cual se avergüenza el ladrón cuando es sorprendido, así se ha
avergonzado la casa de Israel: ellos, sus reyes, sus jefes, sus
sacerdotes y
sus profetas,

27 los que dicen al madero: «Mi padre eres tú», y a la piedra: «Tú me
diste a luz.» Tras de volverme la espalda, que no la cara, al tiempo de su
mal dice: «¡Levántate y sálvanos!»

28 Pues ¿dónde están tus dioses, los que tú mismo te hiciste? ¡Que se
levanten ellos, a ver si te salvan en tiempo de desgracia! Pues cuantas son
tus ciudades, otros tantos son tus dioses, Judá; (y cuantas calles
cuenta
Jerusalén, otros tantos altares hay de Baal).

29 ¿Por qué os querelláis conmigo, si todos vosotros os habéis
rebelado contra mí? - oráculo de Yahveh -.

30 En vano golpeé a vuestros hijos, pues no aprendieron. Ha devorado
vuestra espada a vuestos profetas, como el león cuando estraga.

31 ¡Vaya generación la vuestra!; atended a la palabra de Yahveh:

¿Fui yo un desierto para Israel o una tierra malhadada? ¿Por qué, entonces,
dice mi pueblo: «¡Bajemos! No vendremos más a ti.»?


32 ¿Se olvida la doncella de su aderezo, la novia de su cinta? Pues mi
pueblo sí que me ha olvidado días sin número.