12 Por ende su camino vendrá a ser su despeñadero: a la sima serán
empujados y caerán en ella. Porque voy a traer sobre ellos una calamidad, al
tiempo de su visita» - oráculo de Yahveh -.
13 En los profetas de Samaría, he observado una inepcia: profetizaban
por Baal y hacían errar a mi pueblo Israel.
14 Mas en los profetas de Jerusalén he observado una monstruosidad:
fornicar y proceder con falsía, dándose la mano con los malhechores,
sin
volverse cada cual de su malicia. Se me han vuelto todos ellos cual
Sodoma, y los habitantes de la ciudad, cual Gomorra.
15 Por tanto, así dice Yahveh Sebaot tocante a los profetas: He aquí
que les voy a dar de comer ajenjo y les voy a dar de beber agua
emponzoñada. Porque a partir de los profetas de Jerusalén se ha propagado
la impiedad por toda la tierra.
16 Así dice Yahveh Sebaot: No escuchéis las palabras de los profetas
que os profetizan. Os están embaucando. Os cuentan sus propias fantasías,
no cosa de boca de Yahveh.
17 Dicen a los que me desprecian: «Yahveh dice: ¡Paz tendréis!» y a
todo el que camina en terquedad de corazón: «No os sucederá nada malo.»
18 (Porque ¿quién asistió al consejo de Yahveh y vio y oyó su
palabra?, ¿quién escuchó su palabra y la ha oído?)
19 Mirad que una tormenta de Yahveh, su ira, ha estallado, un
torbellino remolinea, sobre la cabeza de los malos descarga.
20 No ha de apaciguarse la ira de Yahveh hasta que la ejecute, y
realice los designios de su corazón. En días futuros os percataréis de ello.
21 Yo no envié a esos profetas, y ellos corrieron. No les hablé, y ellos
profetizaron.
22 Pues si asistieron a mi consejo, hagan oír mi palabra a mi pueblo, y
háganle tornar de su mal camino y de sus acciones malas.