3 Y me dijo Yahveh: «¿Qué estás viendo Jeremías?» Dije: «Higos.
Los higos buenos son muy buenos; y los higos malos, muy malos, que no se
dejan comer de puro malos.»
4 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos:
5 Así habla Yahveh, Dios de Israel: Como por estos higos buenos, así
me interesaré en favor de los desterrados de Judá que yo eché de este lugar
al país de los caldeos.
6 Pondré la vista en ellos para su bien, los devolveré a este país, los
reconstruiré para no derrocarlos y los plantaré para no arrancarlos.
7 Les daré corazón para conocerme, pues yo soy Yahveh, y ellos serán
mi pueblo y yo seré su Dios, pues volverán a mí con todo su corazón.
8 Pero igual que a los higos malos, que no se pueden comer de malos -
sí, así dice Yahveh -, así haré al rey Sedecías, a sus principales y al resto de
Jerusalén: a los que quedaren en este país, y a los que están en el país de
Egipto.
9 Haré de ellos el espantajo, una calamidad, de todos los reinos de la
tierra; el oprobio y el ejemplo, la burla y la maldición por dondequiera que
los empuje,