Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

Jeremías 32, 10-24

10 Lo apunté en mi escritura, sellé, aduje testigos y pesé la plata en la
balanza.

11 Luego tomé la escritura de la compra, el documento sellado según
ley y la copia abierta,

12 y pasé la escritura de la compra a Baruc, hijo de Neriyías, hijo de
Majseías, a vista de mi primo Janamel y de los testigos firmantes
en la
escritura de la compra, y a vista de todos los judíos presentes en el patio de
la guardia,

13 y a vista de todos ellos di a Baruc este encargo:

14 Así dice Yahveh Sebaot el Dios de Israel: Toma estas escrituras: la
escritura de compra, el documento sellado y la copia abierta, y las pones en
un cántaro de arcilla para que duren mucho tiempo.

15 Porque así dice Yahveh Sebaot el Dios de Israel: «Todavía se
comprarán casas y campos y viñas en esta tierra.»

16 Después de haber entregado la escritura de propiedad a Baruc, hijo
de Neriyías, oré a Yahveh diciendo:

17 «¡Ay, Señor Yahveh! He aquí que tú hiciste los cielos y la tierra
con tu gran poder y tenso brazo: nada es extraordinario para ti,

18 el que hace merced a millares, que se cobra la culpa de los padres a
costa de los hijos que les suceden, el Dios grande, el Fuerte, cuyo nombre
es Yahveh Sebaot,

19 grande en designios y rico en recursos, que tiene los ojos fijos en la
conducta de los humanos, para dar a cada uno según su conducta y el fruto
de sus obras;


20 tú que has obrado señales y portentos en Egipto, hasta hoy, y en
Israel y en la humanidad entera, y te has hecho un nombre, como hoy se
ve;

21 y sacaste a tu pueblo Israel de Egipto con señales y prodigios y con
mano fuerte y tenso brazo y con gran aparato,

22 y les diste esta tierra que habías jurado darla a sus padres:
tierra
que mana leche y miel.

23 Entraron en ella y la poseyeron, pero no hicieron caso de tu voz, ni
conforme a tus leyes anduvieron: nada de lo que les mandaste hacer
hicieron, y les conminaste con esta calamidad.

24 He aquí que los terraplenes llegan a la ciudad para tomarla y la
ciudad está ya a merced de los caldeos que la atacan, por causa de la espada
y del hambre y de la peste; lo que habías dicho, ha sido, y tú mismo lo estás
viendo.