18 el que hace merced a millares, que se cobra la culpa de los padres a
costa de los hijos que les suceden, el Dios grande, el Fuerte, cuyo nombre
es Yahveh Sebaot,
19 grande en designios y rico en recursos, que tiene los ojos fijos en la
conducta de los humanos, para dar a cada uno según su conducta y el fruto
de sus obras;
20 tú que has obrado señales y portentos en Egipto, hasta hoy, y en
Israel y en la humanidad entera, y te has hecho un nombre, como hoy se
ve;
21 y sacaste a tu pueblo Israel de Egipto con señales y prodigios y con
mano fuerte y tenso brazo y con gran aparato,
22 y les diste esta tierra que habías jurado darla a sus padres:
tierra
que mana leche y miel.
23 Entraron en ella y la poseyeron, pero no hicieron caso de tu voz, ni
conforme a tus leyes anduvieron: nada de lo que les mandaste hacer
hicieron, y les conminaste con esta calamidad.
24 He aquí que los terraplenes llegan a la ciudad para tomarla y la
ciudad está ya a merced de los caldeos que la atacan, por causa de la espada
y del hambre y de la peste; lo que habías dicho, ha sido, y tú mismo lo estás
viendo.
25 ¡Precisamente tú me has dicho, oh Señor Yahveh: “Cómprate el
campo y aduce testigos” cuando la ciudad está entregada a manos de
los
caldeos!»
26 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh como sigue:
27 Mira que yo soy Yahveh, el Dios de toda carne. ¿Habrá cosa
extraordinaria para mi?
28 Pues así dice Yahveh: He aquí que yo pongo esta ciudad en manos
de los caldeos y en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que la
tomará,
29 y entrarán los caldeos que atacan a esta ciudad y le prenderán fuego
incendiándola junto con las casas en cuyos terrados se incensaba a Baal y
se libaban libaciones a otros dioses para provocarme.
30 Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho
otra
cosa sino lo que me disgusta desde sus mocedades (porque los hijos
de
Israel no han hecho más que provocarme con las obras de sus manos -
oráculo de Yahveh -).
31 Porque motivo de mi furor y de mi ira ha sido para mí esta ciudad,
desde el día en que la edificaron hasta hoy, que es como para quitármela de
delante,
32 por toda la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Judá, que,
para provocarme, obraron ellos, sus reyes, sus jefes, sus sacerdotes y
profetas, el hombre de Judá y el habitante de Jerusalén,