25 ¡Precisamente tú me has dicho, oh Señor Yahveh: “Cómprate el
campo y aduce testigos” cuando la ciudad está entregada a manos de
los
caldeos!»
26 Entonces me fue dirigida la palabra de Yahveh como sigue:
27 Mira que yo soy Yahveh, el Dios de toda carne. ¿Habrá cosa
extraordinaria para mi?
28 Pues así dice Yahveh: He aquí que yo pongo esta ciudad en manos
de los caldeos y en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que la
tomará,
29 y entrarán los caldeos que atacan a esta ciudad y le prenderán fuego
incendiándola junto con las casas en cuyos terrados se incensaba a Baal y
se libaban libaciones a otros dioses para provocarme.
30 Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho
otra
cosa sino lo que me disgusta desde sus mocedades (porque los hijos
de
Israel no han hecho más que provocarme con las obras de sus manos -
oráculo de Yahveh -).