30 Porque los hijos de Israel y los hijos de Judá no han hecho
otra
cosa sino lo que me disgusta desde sus mocedades (porque los hijos
de
Israel no han hecho más que provocarme con las obras de sus manos -
oráculo de Yahveh -).
31 Porque motivo de mi furor y de mi ira ha sido para mí esta ciudad,
desde el día en que la edificaron hasta hoy, que es como para quitármela de
delante,
32 por toda la maldad de los hijos de Israel y de los hijos de Judá, que,
para provocarme, obraron ellos, sus reyes, sus jefes, sus sacerdotes y
profetas, el hombre de Judá y el habitante de Jerusalén,
33 y me volvieron la espalda, que no la cara. Yo les adoctriné
asiduamente, mas ellos no quisieron aprender la lección,
34 sino que pusieron sus Monstruos abominables en la Casa que
llaman por mi Nombre, profanándola,
35 y fraguaron los altos del Baal que hay en el Valle de Ben Hinnom
para hacer pasar por el fuego a sus hijos e hijas en honor del Moloc - lo que
no les mandé ni me pasó por las mientes -, obrando semejante abominación
con el fin de hacer pecar a Judá.
36 Ahora, pues, en verdad así dice Yahveh, el Dios de Israel, acerca
de esta ciudad que - al decir de vosotros - está ya a merced del
rey de
Babilonia por la espada, por el hambre y por la peste.
37 He aquí que yo los reúno de todos los países a donde los empujé en
mi ira y mi furor y enojo grande, y les haré volver a este lugar, y les haré
vivir en seguridad,
38 serán mi pueblo, y yo seré su Dios;
39 y les daré otro corazón y otro camino, de suerte que me teman
todos los días para bien de ellos y de sus hijos después de ellos.
40 Les pactaré alianza eterna - que no revocaré después de ellos - de
hacerles bien, y pondré mi temor en sus corazones, de modo que no
se
aparten de junto a mí;
41 me dedicaré a hacerles bien, y los plantaré en esta
tierra
firmemente, con todo mi corazón y con toda mi alma.