2 pero tampoco él ni sus siervos, ni el pueblo de la tierra,
hicieron
caso de las palabras que Yahveh había hablado por medio del profeta
Jeremías.
3 El rey Sedecías envió a Yukal, hijo de Selemías, y al sacerdote
Sofonías, hijo de Maaseías, a decir al profeta Jeremías: «¡Ea! Ruega
por
nosotros a nuestro Dios Yahveh.»
4 Y Jeremías iba y venía en público, pues no le habían encarcelado.