22 Mira que todas las mujeres que han permanecido en la casa del rey
de Judá serán sacadas adonde los jefes del rey de Babilonia, e irán diciendo:
Te empujaron y pudieron contigo aquellos con quienes te saludabas. Se
hundieron en el lodo tus pies, hiciéronse atrás.
23 Y a todas tus mujeres y tus hijos irán sacando adonde los caldeos, y
tú no escaparás de ellos, sino que en manos del rey de Babilonia
serás
puesto, y esta ciudad será incendiada.»
24 Entonces dijo Sedecías a Jeremías: «Que nadie sepa nada de esto, y
no morirás.
25 Aunque se enteren los jefes de que he estado hablando contigo, y
viniendo a ti te digan: “Decláranos qué has dicho al rey sin ocultárnoslo, y
así no te mataremos, como también lo que el rey te ha hablado”,
26 tú les dirás: “He pedido al rey la gracia de que no se me devuelva a
casa de Jonatán a morirme allí.”»
27 En efecto, vinieron todos los jefes a Jeremías, le interrogaron, y él
les respondió conforme a lo que queda dicho que le había mandado el rey: y
ellos quedaron satisfechos, porque nada se sabía de lo hablado.