9 «Oh mi señor el rey, está mal hecho todo cuanto esos hombres han
hecho con el profeta Jeremías, arrojándole a la cisterna. Total lo mismo se
iba a morir de hambre, pues no quedan ya víveres en la ciudad.»
10 Entonces ordenó el rey a Ebed Mélek el kusita: «Toma tú mismo
de aquí treinta hombres, y subes al profeta Jeremías del pozo antes de que
muera.»
11 Ebed Mélek tomó consigo a los hombres y entrando en la casa del
rey, al vestuario del tesoro, tomó allí deshechos de paños y telas,
y con
sogas los descolgó por la cisterna hasta Jeremías.
12 Dijo Ebed Mélek el kusita a Jeremías: «Hala, ponte los deshechos
de paños y telas entre los sobacos y las sogas.» Así lo hizo Jeremías,
13 y halando a Jeremías con las sogas le subieron de la cisterna. Y
Jeremías se quedó en el patio de la guardia.
14 Entonces el rey Sedecías mandó traer al profeta Jeremías a la
entrada tercera que había en la Casa de Yahveh, y dijo el rey a Jeremías:
«Yo te pregunto una cosa: no me ocultes nada.»
15 Dijo Jeremías a Sedecías: «Si te soy sincero, seguro que me
matarás; y aunque te aconseje, no me escucharás.»