20 Se anuncia quebranto sobre quebranto, porque es saqueada toda la
tierra. En un punto son saqueadas mis tiendas, y en un cerrar de ojos mis
toldos.
21 ¿Hasta cuándo veré enseñas, y oiré sones de cuerno?
22 - Es porque mi pueblo es necio: A mí no me conocen. Criaturas
necias son, carecen de talento. Sabios son para lo malo, ignorantes para el
bien.
23 Miré a la tierra, y he aquí que era un caos; a los cielos, y faltaba su
luz.
24 Miré a los montes, y estaban temblando, y todos los cerros
trepidaban.
25 Miré, y he aquí que no había un alma, y todas las aves del cielo se
habían volado.
26 Miré, y he aquí que el vergel era yermo, y todas las ciudades
estaban arrasadas delante de Yahveh y del ardor de su ira.
27 Porque así dice Yahveh: Desolación se volverá toda la tierra,
aunque no acabaré con ella.
28 Por eso ha de enlutarse la tierra, y se oscurecerán los cielos arriba;
pues tengo resuelta mi decisión y no me pesará ni me volveré atrás de ella.
29 Al ruido de jinetes y flecheros huía toda la ciudad. Se metían por
los bosques y trepaban por las peñas. Toda ciudad quedó abandonada, sin
quedar en ellas habitantes.
30 Y tú, asolada, ¿qué vas a hacer? Aunque te vistas de grana, aunque
te enjoyes con joyel de oro, aunque te pintes con polvos los ojos, en vano te
hermoseas: te han rechazado tus amantes: ¡tu muerte es lo que buscan!
31 Y entonces oí una voz como de parturienta, gritos como de
primeriza: era la voz de la hija de Sión, que gimiendo extendía sus palmas:
«¡Ay, pobre de mí, que mi alma desfallece a manos de asesinos!»