11 Por tanto, así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Mirad que yo
me fijo en vosotros para mal, y para raer a todo Judá.
12 Echaré mano al resto de Judá - los que enderezaron rumbo a
Egipto, para entrar allí como refugiados - y serán acabados todos ellos en
Egipto, y caerán por la espada, por el hambre serán acabados. Del chico al
grande por la espada y por el hambre morirán, y serán tema de imprecación
y asombro, de maldición y oprobio.
13 Visitaré a los que viven en Egipto, lo mismo que visité a Jerusalén:
con la espada, el hambre y la peste,
14 y del resto de Judá, que, como refugiados vinieron acá a Egipto, no
quedará evadido ni superviviente para volver a tierra de Judá, adonde
se
prometen volver para quedarse allí, porque ya no volverán más que algunos
huidos.
15 Respondieron a Jeremías todos los hombres que sabían que sus
mujeres quemaban incienso a otros dioses, y todas las mujeres presentes -
una gran concurrencia - y todo el pueblo establecido en territorio egipcio,
en Patrós:
16 «En eso que nos has dicho en nombre de Yahveh, no te hacemos
caso,
17 sino que cumpliremos precisamente cuanto tenemos prometido,
que es quemar incienso a la Reina de los Cielos y hacerle libaciones, como
venimos haciendo nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros
jefes en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que nos
hartábamos de pan, éramos felices y ningún mal nos sucedía.
18 En cambio, desde que dejamos de quemar incienso a la Reina de
los Cielos y de hacerle libaciones, carecemos de todo, y por la espada y el
hambre somos acabados.»
19 «Pues y cuando nosotras quemábamos incienso a la Reina de los
Cielos y nos dedicábamos a hacerle libaciones, ¿ acaso sin contar con
nuestros maridos le hacíamos pasteles con su efigie
derramando
libaciones?»
20 Jeremías dijo a todo el pueblo, a hombres, a mujeres y a todos sus
interlocutores: