20 Jeremías dijo a todo el pueblo, a hombres, a mujeres y a todos sus
interlocutores:
21 «¿No es aquel incienso que ofrecíais en las ciudades de Judá y en
las calles de Jerusalén vosotros y vuestros padres, vuestros reyes y jefes y el
pueblo de la tierra lo que ha recordado Yahveh y le ha venido a las mientes?
22 ¿Y no pudiendo Yahveh aguantar más el espectáculo de vuestras
malas acciones, de las abominaciones que habíais hecho, ha venido a ser la
tierra vuestra una ruina, tema de pasmo y maldición y sin habitantes - como
lo es hoy día -;
23 y porque ofrecisteis incienso y pecasteis contra Yahveh y desoísteis
la voz de Yahveh, y no os condujisteis según su Ley, sus preceptos y sus
estatutos, pronunció contra vosotros esta calamidad, como sucede hoy día?»
24 Y dijo Jeremías a todo el pueblo y a todas las mujeres:
«Oíd la
palabra de Yahveh - todo Judá, los que vivís en Egipto -.
25 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Vosotros y vuestras
mujeres hablasteis con vuestras bocas, y con vuestras manos cumplisteis lo
dicho: “Sin falta realizaremos los votos que hicimos de quemar incienso a
la Reina de los Cielos y de hacerle libaciones.” Mantened, pues,
vosotras
vuestros votos y realizad vuestros votos sin falta.
26 Empero, oíd la palabra de Yahveh, todo Judá, los que vivís en
Egipto. Mirad que yo he jurado por mi gran Nombre - dice Yahveh - que no
será más mi Nombre pronunciado por boca de ninguno de Judá que diga:
“¡Por vida del Señor Yahveh!” en toda la tierra de Egipto.
27 Mirad que yo estoy alerta sobre ellos para mal, no para bien, y
serán consumidos todos los de Judá que están en Egipto, por la espada y el
hambre hasta su acabamiento,