10 (Maldito quien haga el trabajo de Yahveh con dejadez, y maldito el
que prive a sus espada de sangre).
11 Tranquilo estaba Moab desde su mocedad, y quieto se estaba en sus
atalayas. Nunca fue trasegado, ni al destierro marchó. Por eso le duraba su
gusto, y su sabor no se picó.
12 Empero, he aquí que días vienen, - oráculo de Yahveh - en que yo
le he de enviar decantadores que lo decanten. Sus vasijas vaciarán,
y sus
odres reventarán.
13 Se avergonzará Moab de Kemós, como se avergonzó la casa de
Israel de Betel, en el que confiaba.
14 ¿Cómo decís: «Valientes somos, y hombres fuertes para la
guerra»?
15 Moab está devastado; han escalado sus ciudades, y la flor de sus
mancebos bajaron a la matanza - oráculo del Rey cuyo nombre es Yahveh
Sebaot.
16 El infortunio de Moab es inminente, y su calamidad se precipita.
17 Lloradle, todos sus vecinos y todos los que conocen su nombradía.
Decid: «¿Cómo ha sido quebrantada la vara poderosa, el báculo precioso?»
18 Desciende del honor y siéntate en la tierra seca, población hija de
Dibón, porque el devastador de Moab ha subido contra ti, ha destruido tus
fortalezas.