4 Yo decía: «Naturalmente, el vulgo es necio, pues ignora el camino
de Yahveh, el derecho de su Dios.
5 Voy a acudir a los grandes y a hablar con ellos, porque ésos conocen
el camino de Yahveh, el derecho de su Dios.» Pues bien, todos a una habían
quebrado el yugo y arrancado las coyundas.
6 Por eso los herirá el león de la selva, el lobo de los
desiertos los
destrozará, el leopardo acechará sus ciudades: todo el que saliere de
ellas
será despedazado. - Porque son muchas sus rebeldías, y sus apostasías son
grandes.
7 ¿Cómo te voy a perdonar por ello? Tus hijos me dejaron y juraron
por el no - dios. Yo los harté, y ellos se hicieron adúlteros, y
el lupanar
frecuentaron.
8 Son caballos lustrosos y vagabundos: cada cual relincha por la mujer
de su prójimo.
9 ¿Y de esto no pediré cuentas? - oráculo de Yahveh -, ¿de una nación
así no se vengará mi alma?
10 Escalad sus murallas, destruid, mas no acabéis con ella. Quitad sus
sarmientos porque no son de Yahveh.
11 Porque bien me engañaron, la casa de Judá y la casa de Israel -
oráculo de Yahveh -.
12 Renegaron de Yahveh diciendo: «¡El no cuenta!, ¡no nos
sobrevendrá daño alguno, ni espada ni hambre veremos!
13 Cuanto a los profetas, el viento se los lleve, pues carecen de
Palabra.» - Así les será hecho.
14 Por tanto, así dice Yahveh, el Dios Sebaot: Por haber hablado ellos
tal palabra, he aquí que yo pongo las mías en tu boca como fuego, y a este
pueblo como leños, y los consumirá.
15 He aquí que yo traigo sobre vosotros, una nación de muy lejos, ¡oh
casa de Israel! - oráculo de Yahveh -; una nación que no mengua, nación
antiquísima aquélla, nación cuya lengua ignoras y no entiendes los que
habla;