16 Suprimid de Babilonia al sembrador y al que maneja la hoz al
tiempo de la siega. Ante la espada irresistible, cada uno enfilará
hacia su
pueblo, cada uno huirá a su tierra.
17 Rebaño disperso es Israel: leones lo ahuyentaron. El rey de Asiria
lo devoró el primero, y Nabucodonosor, rey de Babilonia, lo quebrantó
después.
18 Por tanto, así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: He aquí que
yo visito al rey de Babilonia y su territorio, lo mismo que visité al rey de
Asiria.
19 Y devolveré a Israel a sus pastizal, y pacerá el Carmelo y el Basán,
y en la montaña de Efraím y Galaad se saciará.
20 En aquellos días y en aquella sazón - oráculo de Yahveh -, se
buscará la culpa de Israel y no la habrá, y el pecado de Judá y no se hallará,
porque seré piadoso con el resto que yo deje.
21 «Sube a la tierra de Meratáyim, sube contra ella; y a los habitantes
de Pecod pásalos a espada y dalos al anatema hasta el último - oráculo de
Yahveh -: haz en todo según te lo he mandado.»
22 Ruido de guerra en el país y quebranto grande.
23 ¡Cómo se partió y fue quebrado el martillo de toda la tierra! ¡Cómo
vino a ser pasmo Babilonia entre las naciones!
24 Te puse lazo y quedaste atrapada, Babilonia, sin darte cuenta; se
dio contigo y fuiste capturada, porque contra Yahveh te sublevaste.
25 Abrió Yahveh su arsenal y sacó las armas de su ira. Era la tarea del
Señor Yahveh Sebaot en tierra de caldeos.
26 «Venid a ella desde el confín, abrid sus almacenes. Haced con ellos
montones y dadlos al anatema: no quede de ella reliquia.
27 Acuchillad todos sus bueyes, bajen a la degollina. ¡Ay de ellos, que
llegó su día, la hora de su castigo!»