3 El arquero que no aseste su arco, ni se jacte de su cota. No tengáis
piedad para sus jóvenes escogidos: dad al anatema todo su ejército.
4 Caerán heridos en tierra de Caldea, y traspasados en sus calles.
5 Pero no ha enviudado Israel ni Judá de su Dios, de Yahveh Sebaot.
Sus tierras estaban llenas de delitos contra el Santo de Israel.
6 Huid del interior de Babilonia, (y salvad cada cual vuestra vida), no
perezcáis por su culpa, pues es hora de venganza para Yahveh: le
está
pagando su merecido.
7 Copa de oro era Babilonia en la mano de Yahveh, que embriagaba
toda la tierra. De su vino bebieron las naciones, lo que las hizo enloquecer.
8 De pronto cayó Babilonia y se rompió. Ululad por ella, tomad
bálsamo para su sufrimiento, a ver si sana.
9 Hemos curado a Babilonia, pero no ha sanado, dejadla y vayamos,
cada cual a su tierra, porque ha llegado a los cielos el juicio contra ella, se
ha elevado hasta las nubes.
10 Yahveh hizo patente nuestra justicia; venid y cantemos en Sión las
obras de Yahveh nuestro Dios.
11 Aguzad las saetas, llenad las aljabas. Ha despertado Yahveh el
espíritu de los reyes de Media, porque sobre Babilonia está su designio de
destruirla, porque esta será la venganza de Yahveh, la venganza de
su
santuario.
12 Sobre las murallas de Babilonia izad bandera, reforzad la guardia,
apostad centinelas, preparad celadas; que también Yahveh ha tomado un
acuerdo, también él va a cumplir lo que dijo sobre los habitantes de
Babilonia.
13 Tú, la que estás instalada sobre ingentes aguas, la de ingentes
tesoros, llegó tu fin, el término de tus ganancias.
14 Lo ha jurado Yahveh Sebaot por sí mismo: Yo he de colmarte de
hombres como de langostas, y entonarán contra ti el cantar de los lagareros.
15 El es quien hizo la tierra con su poder, el que estableció el orbe con
su saber, y con su inteligencia expandió los cielos.
16 Cuando da voces, hay estruendo de aguas en los cielos, y hace
subir las nubes desde el extremo de la tierra. El hace los relámpagos para la
lluvia y saca el viento de sus depósitos.
17 Todo hombre es torpe para comprender, se avergüenza del ídolo
todo platero, porque sus estatuas son una mentira y no hay espíritu en ellas.
18 Vanidad son, cosa ridícula; al tiempo de su visita perecerán.
19 No es así la «Parte de Jacob», pues él es el plasmador del universo,
y aquel cuy heredero es Israel; Yahveh Sebaot es su nombre.
20 Un martillo eras tú para mí, un arma de guerra: contigo machaqué
naciones, contigo destruí reinos,
21 contigo machaqué caballo y caballero, contigo machaqué el carro y
a quien lo monta.
22 contigo machaqué a hombre y mujer, contigo machaqué al viejo y
al muchacho, contigo machaqué al joven y a la doncella,