10 Luego venís y os paráis ante mí en esta Casa llamada por mi
Nombre y decís: «¡Estamos seguros!», para seguir haciendo todas esas
abominaciones.
11 ¿En cueva de bandoleros se ha convertido a vuestros ojos esta Casa
que se llama por mi Nombre? ¡Que bien visto lo tengo! - oráculo de Yahveh
-.
12 Pues andad ahora a mi lugar de Silo, donde aposenté mi Nombre
antiguamente, y ved lo que hice con él ante la maldad de mi pueblo Israel.
13 Y ahora, por haber hecho vosotros todo esto - oráculo de Yahveh -
por más que os hablé asiduamente, aunque no me oísteis, y os llamé, mas
no respondisteis,
14 yo haré con la Casa que se llama por mi Nombre, en la que
confiáis, y con el lugar que os di a vosotros y a vuestros padres, como hice
con Silo,
15 y os echaré de mi presencia como eché a todos vuestros hermanos,
a toda la descendencia de Efraím.
16 En cuanto a ti, no pidas por este pueblo ni eleves por ellos plegaria
ni oración, ni me insistas, porque no te oiré.
17 ¿Es que no ves lo que ellos hacen en las ciudades de Judá y por las
calles de Jerusalén?
18 Los hijos recogen leña, los padres prenden fuego, las mujeres
amasan para hacer tortas a la Reina de los Cielos, y se liba en
honor de
otros dioses para exasperarme.