2 Párate en la puerta de la Casa de Yahveh y proclamarás allí esta
palabra. Dirás: Oíd la palabra de Yahveh, todo Judá, los que
entráis por
estas puertas a postraros ante Yahveh.
3 Así dice Yahveh Sebaot, el Dios de Israel: Mejorad de conducta y de
obras, y yo haré que os quedéis en este lugar.
4 No fiéis en palabras engañosas diciendo: «¡Templo de Yahveh,
Templo de Yahveh, Templo de Yahveh es éste!»
5 Porque si mejoráis realmente vuestra conducta y obras, si realmente
hacéis justicia mutua
6 y no oprimís al forastero, al huérfano y a la viuda (y no
vertéis
sangre inocente en este lugar), ni andáis en pos de otros dioses para vuestro
daño,
7 entonces yo me quedaré con vosotros en este lugar, en la tierra que
di a vuestros padres desde siempre hasta siempre.
8 Pero he aquí que vosotros fiáis en palabras engañosas que de nada
sirven,
9 para robar, matar, adulterar, jurar en falso, incensar a Baal y seguir a
otros dioses que no conocíais.
10 Luego venís y os paráis ante mí en esta Casa llamada por mi
Nombre y decís: «¡Estamos seguros!», para seguir haciendo todas esas
abominaciones.
11 ¿En cueva de bandoleros se ha convertido a vuestros ojos esta Casa
que se llama por mi Nombre? ¡Que bien visto lo tengo! - oráculo de Yahveh
-.
12 Pues andad ahora a mi lugar de Silo, donde aposenté mi Nombre
antiguamente, y ved lo que hice con él ante la maldad de mi pueblo Israel.
13 Y ahora, por haber hecho vosotros todo esto - oráculo de Yahveh -
por más que os hablé asiduamente, aunque no me oísteis, y os llamé, mas
no respondisteis,
14 yo haré con la Casa que se llama por mi Nombre, en la que
confiáis, y con el lugar que os di a vosotros y a vuestros padres, como hice
con Silo,
15 y os echaré de mi presencia como eché a todos vuestros hermanos,
a toda la descendencia de Efraím.