2 y los dispersarán ante el sol, la luna y todo el ejército
celeste a
quienes amaron y sirvieron, a quienes siguieron, consultaron y
adoraron,
para no ser recogidos ni sepultados más: se volverán estiércol sobre la haz
de la tierra.
3 Y será preferible la muerte a la vida para todo el resto que
subsistiere de este linaje malo adondequiera que yo les relegue - oráculo de
Yahveh Sebaot -.
4 Les dirás: Así dice Yahveh: Los que caen ¿no se levantan? y si uno
se extravía ¿no cabe tornar?
5 Pues ¿por qué este pueblo sigue apostatando, Jerusalén con apostasía
perpetua? Se aferran a la mentira, rehúsan convertirse.
6 He escuchado atentamente: no hablan a derechas. Nadie deplora su
maldad diciendo: «¿Qué he hecho?» Todos se extravían, cada cual en su
carrera, cual caballo que irrumpe en la batalla.
7 Hasta la cigüeña en el cielo conoce su estación, y la tórtola, la
golondrina o la grulla observan la época de sus migraciones. Pero mi pueblo
ignora el derecho de Yahveh.
8 ¿Cómo decís: «Somos sabios, y poseemos la Ley de Yahveh?»
Cuando es bien cierto que en mentira la ha cambiado el cálamo mentiroso
de los escribas.