5 Pues ¿por qué este pueblo sigue apostatando, Jerusalén con apostasía
perpetua? Se aferran a la mentira, rehúsan convertirse.
6 He escuchado atentamente: no hablan a derechas. Nadie deplora su
maldad diciendo: «¿Qué he hecho?» Todos se extravían, cada cual en su
carrera, cual caballo que irrumpe en la batalla.
7 Hasta la cigüeña en el cielo conoce su estación, y la tórtola, la
golondrina o la grulla observan la época de sus migraciones. Pero mi pueblo
ignora el derecho de Yahveh.
8 ¿Cómo decís: «Somos sabios, y poseemos la Ley de Yahveh?»
Cuando es bien cierto que en mentira la ha cambiado el cálamo mentiroso
de los escribas.
9 Los sabios pasarán vergüenza, serán abatidos y presos. He aquí que
han desechado la palabra de Yahveh, y su sabiduría ¿de qué les sirve?
10 Así que yo daré sus mujeres a otros, sus campos a nuevos amos,
porque del más chiquito al más grande todos andan buscando su provecho,
y desde el profeta hasta el sacerdote, todos practican el fraude.
11 Han curado el quebranto de la hija de mi pueblo a la ligera,
diciendo: «¡Paz, paz!», cuando no había paz.
12 ¿Se avergonzaron de las abominaciones que hicieron?
¡Avergonzarse, no se avergonzaron; sonrojarse, tampoco supieron! Por
tanto caerán con los que cayeren; tropezarán cuando se les visite -
dice
Yahveh -.
13 Quisiera recoger de ellos alguna cosa - oráculo de Yahveh - pero
no hay racimos en la vid ni higos en la higuera, y están mustias sus hojas.
Es que yo les he dado quien les despoje.