...la Biblia de Jerusalén
Job 14, 1-15
1 el hombre, nacido de mujer, corto de días y harto de tormentos.
2 Como la flor, brota y se marchita, y huye como la sombra sin
pararse.
3 ¡Y sobre un ser tal abres tú los ojos, le citas a juicio frente a ti!
4 Mas ¿quién podrá sacar lo puro de lo impuro? ¡Ninguno!
5 Si es que están contados ya sus días, si te es sabida la cuenta de sus
meses, si un límite le has fijado que no franqueará,
6 aparta de él tus ojos, déjale, hasta que acabe, como un jornalero, su
jornada.
7 Una esperanza guarda el árbol: si es cortado, aún puede retoñar, y no
dejará de echar renuevos.
8 Incluso con raíces en tierra envejecidas, con un tronco que se muere
en el polvo,
9 en cuanto siente el agua, reflorece y echa ramaje como una planta
joven.
10 Pero el hombre que muere queda inerte, cuando un humano expira,
¿dónde está?
11 Podrán agotarse las aguas del mar, sumirse los ríos y secarse,
12 que el hombre que yace no se levantará, se gastarán los cielos antes
que se despierte, antes que surja de su sueño.
13 ¡Ojalá en el seol tú me guardaras, me escondieras allí mientras pasa
tu cólera, y una tregua me dieras, para acordarte de mí luego
14 - pues, muerto el hombre, ¿puede revivir? - todos los días de mi
milicia esperaría, hasta que llegara mi relevo!
15 Me llamarías y te respondería; reclamarías la obra de tus manos.