...la Biblia de Jerusalén
Job 15, 4-23
4 ¡Tú llegas incluso a destruir la piedad, a anular los piadosos
coloquios ante Dios!
5 Ya que tu culpa inspira tus palabras, y eliges el hablar de los astutos,
6 tu propia boca te condena, que no yo, tus mismos labios atestiguan
contra ti.
7 ¿Has nacido tú el primero de los hombres? ¿Se te dio a luz antes que
a las colinas?
8 ¿Escuchas acaso los secretos de Dios? ¿acaparas la sabiduría?!
9 ¿Qué sabes tú, que nosotros no sepamos? ¿qué comprendes, que a
nosotros se escape?
10 ¡También entre nosotros hay un cano, un anciano, más cargado de
días que tu padre!
11 ¿Te parecen poco los consuelos divinos, y una palabra que con
dulzura se te dice?
12 ¡Cómo te arrebata el corazón, qué aviesos son tus ojos,
13 cuando revuelves contra Dios tu furia y echas palabras por la boca!
14 ¿Cómo puede ser puro un hombre? ¿cómo ser justo el nacido de
mujer?
15 Si ni en sus santos tiene Dios confianza, y ni los cielos son puros a
sus ojos,
16 ¡cuánto menos un ser abominable y corrompido, el hombre, que
bebe la iniquidad como agua!
17 Voy a instruirte, escúchame, voy a contarte lo que he visto,
18 lo que transmiten los sabios, sin pasar por alto nada de sus padres,
19 - a ellos solos les fue dada la tierra, sin que se mezclara extranjero
entre ellos -:
20 «Todos sus días vive el malvado en tormento, contados están los
años asignados al tirano.
21 Grito de espanto resuena en sus oídos, en plena paz el bandido le
asalta.
22 No espera escapar a las tinieblas, y se ve destinado a la espada.
23 Asignado como pasto de los buitres, sabe que su ruina
es
inminente. La hora de las tinieblas