...la Biblia de Jerusalén
Job 16, 4-22
4 También yo podría hablar como vosotros, si estuvierais en mi lugar;
contra vosotros ordenaría discursos, meneando por vosotros mi cabeza;
5 os confortaría con mi boca, y no dejaría de mover los labios.
6 Mas si hablo, no cede mi dolor, y si callo, ¿acaso me perdona?
7 Ahora me tiene ya extenuado; tú has llenado de horror a toda la
reunión
8 que me acorrala; mi calumniador se ha hecho mi testigo, se alza
contra mí, a la cara me acusa;
9 su furia me desgarra y me persigue, rechinando sus dientes contra
mí. Mis adversarios aguzan sobre mí sus ojos,
10 abren su boca contra mí. Ultrajándome hieren mis mejillas, a una
se amotinan contra mí.
11 A injustos Dios me entrega, me arroja en manos de malvados.
12 Estaba yo tranquilo cuando él me golpeó, me agarró por la nuca
para despedazarme. Me ha hecho blanco suyo:
13 me cerca con sus tiros, traspasa mis entrañas sin piedad y derrama
por tierra mi hiel.
14 Abre en mí brecha sobre brecha, irrumpe contra mí como un
guerrero.
15 Yo he cosido un sayal sobre mi piel, he hundido mi frente en el
polvo.
16 Mi rostro ha enrojecido por el llanto, la sombra mis párpados
recubre.
17 Y eso que no hay en mis manos violencia, y mi oración es pura.
18 ¡Tierra, no cubras tú mi sangre, y no quede en secreto mi clamor!
19 Ahora todavía está en los cielos mi testigo, allá en lo alto está mi
defensor,
20 que interpreta ante Dios mis pensamientos; ante él fluyen mis ojos:
21 ¡Oh, si él juzgara entre un hombre y Dios, como entre un mortal y
otro mortal!
22 Pues mis años futuros son contados, y voy a emprender el camino
sin retorno.