...la Biblia de Jerusalén
Job 19, 20-28
20 Bajo mi piel mi carne cae podrida, mis huesos se desnudan como
dientes.
21 ¡Piedad, piedad de mí, vosotros mis amigos, que es la mano de
Dios la que me ha herido!
22 ¿Por qué os cebáis en mí como hace Dios, y no os sentís ya ahítos
de mi carne?
23 ¡Ojalá se escribieran mis palabras, ojalá en monumento se
grabaran,
24 y con punzón de hierro y buril, para siempre en la roca se
esculpieran!
25 Yo sé que mi Defensor está vivo, y que él, el último, se levantará
sobre el polvo.
26 Tras mi despertar me alzará junto a él, y con mi propia carne veré a
Dios.
27 Yo, sí, yo mismo le veré, mis ojos le mirarán, no ningún otro.
¡Dentro de mí languidecen mis entrañas!
28 Y si vosotros decís: «¿Cómo atraparle, qué pretexto hallaremos
contra él?»,