...la Biblia de Jerusalén
Job 29, 7-18
7 Si yo salía a la puerta que domina la ciudad y mi asiento en la plaza
colocaba,
8 se retiraban los jóvenes al verme, y los viejos se levantaban y
quedaban en pie.
9 Los notables cortaban sus palabras y ponían la mano en su boca.
10 La voz de los jefes se ahogaba, su lengua se pegaba al paladar.
11 Oído que lo oía me llamaba feliz, ojo que lo veía se hacía mi
testigo.
12 Pues yo libraba al pobre que clamaba, y al huérfano que no tenía
valedor.
13 La bendición del moribundo subía hacia mí, el corazón de la viuda
yo alegraba.
14 Me había puesto la justicia, y ella me revestía, como manto y
turbante, mi derecho.
15 Era yo los ojos del ciego y del cojo los pies.
16 Era el padre de los pobres, la causa del desconocido examinaba.
17 Quebraba los colmillos del inicuo, de entre sus dientes arrancaba su
presa.
18 Y me decía: «Anciano moriré, como la arena aumentaré mis días.