...la Biblia de Jerusalén
Job 36, 2-29
2 Espera un poco, y yo te instruiré, pues todavía hay palabras en favor
de Dios.
3 Voy a llevar muy lejos mi saber, y daré la razón a mi Hacedor.
4 En verdad, no son mentira mis palabras, un maestro en saber está
contigo.
5 Dios no rechaza al hombre íntegro,
6 ni deja vivir al malvado en plena fuerza. Hace justicia a los pobres,
7 y no quita al justo su derecho. El puso a los reyes en el trono, para
siempre los asienta, mas se engríen,
8 y él los amarra con cadenas, y quedan presos en los lazos de la
angustia.
9 Entonces les pone su obra al descubierto y sus culpas nacidas del
orgullo.
10 A sus oídos pronuncia una advertencia, y manda que se vuelvan de
la iniquidad.
11 Si escuchan y son dóciles, acaban sus días en ventura y en delicias
sus años.
12 Si no escuchan, pasan el Canal, y expiran por falta de cordura.
13 Y los obstinados que imponen la cólera y no piden auxilio cuando
él los encadena,
abre.
14 mueren en plena juventud, y su vida en la edad juvenil.
15 El salva al pobre por su misma pobreza, por la miseria el oído le
16 También a ti te arrancará de las fauces de la angustia. Antes
gozabas de abundancia sin límites, la grasa desbordaba de tu mesa.
17 Mas no hacías justicia de los malos, defraudabas el derecho del
huérfano.
18 Procura, pues, que no te seduzca la abundancia, ni el copioso
soborno te extravíe.
19 Haz comparecer al rico como al que nada tiene, al débil como al
poderoso.
20 No aplastes a aquellos que te son extraños, para encumbrar en su
puesto a tus parientes.
21 Guárdate de inclinarte hacia la iniquidad, que por eso te ha probado
la aflicción.
22 Mira, Dios es sublime por su fuerza, ¿quién es maestro como él?
23 ¿Quién le señaló el camino a seguir? ¿quién le diría: «Has hecho
mal»?
24 Acuérdate más bien de ensalzar su obra, que han cantado los
hombres.
25 Todo hombre la contempla, el hombre la mira desde lejos.
26 Sí, Dios es grande y no le comprendemos, el número de sus años es
incalculable.
27 El atrae las gotas de agua, pulveriza la lluvia en su vapor,
28 que luego derraman las nubes, la destilan sobre la turba humana.
29 ¿Quién además comprenderá el despliegue de la nube, los fragores
de su tienda?