...la Biblia de Jerusalén
Job 39, 3-22
3 Entonces se acurrucan y paren a sus crías, echan fuera su camada.
4 Y cuando ya sus crías se hacen fuertes y grandes, salen al desierto y
no vuelven más a ellas.
5 ¿Quién dejó al onagro en libertad y soltó las amarras del asno
salvaje?
6 Yo le he dado la estepa por morada, por mansión la tierra salitrosa.
7 Se ríe del tumulto de las ciudades, no oye los gritos del arriero;
8 explora las montañas, pasto suyo, en busca de toda hierba verde.
9 ¿Querrá acaso servirte el buey salvaje, pasar la noche junto a tu
pesebre?
10 ¿Atarás a su cuello la coyunda? ¿rastrillará los surcos tras de ti?
11 ¿Puedes fiarte de él por su gran fuerza? ¿le confiarás tu menester?
12 ¿Estás seguro de que vuelva, de que en tu era allegue el grano?
13 El ala del avestruz, ¿se puede comparar al plumaje de la cigüeña y
del halcón?
14 Ella en tierra abandona sus huevos, en el suelo los deja calentarse;
15 se olvida de que puede aplastarlos algún pie, o cascarlos una fiera
salvaje.
16 Dura para sus hijos cual si no fueran suyos, por un afán inútil no se
inquieta.
crin?
17 Es que Dios la privó de sabiduría, y no le dotó de inteligencia.
18 Pero en cuanto se alza y se remonta, se ríe del caballo y su jinete.
19 ¿Das tú al caballo la bravura? ¿revistes su cuello de tremolante
20 ¿Le haces brincar como langosta? ¡Terror infunde su relincho
altanero!
21 Piafa de júbilo en el valle, con brío se lanza al encuentro de
las
armas.
22 Se ríe del miedo y de nada se asusta, no retrocede ante la espada.