...la Biblia de Jerusalén
Job 7, 8-21
8 El ojo que me miraba ya no me verá, pondrás en mí tus ojos y ya no
existiré.
9 Una nube se disipa y pasa, así el que baja al seol no sube más.
10 No regresa otra vez a su casa, no vuelve a verle su lugar.
11 Por eso yo no he de contener mi boca, hablaré en la angustia de mi
espíritu, me quejaré en la amargura de mi alma.
12 ¿Acaso soy yo el Mar, soy el monstruo marino, para que pongas
guardia contra mí?
13 Si digo: «Mi cama me consolará, compartirá mi lecho mis
lamentos»,
14 con sueños entonces tú me espantas, me sobresaltas con visiones.
15 ¡Preferiría mi alma el estrangulamiento, la muerte más que mis
dolores!
16 Ya me disuelvo, no he de vivir por siempre; ¡déjame ya; sólo un
soplo son mis días!
17 ¿Qué es el hombre para que tanto de él te ocupes, para que pongas
en él tu corazón,
18 para que le escrutes todas las mañanas y a cada instante le
escudriñes?
19 ¿Cuándo retirarás tu mirada de mí? ¿no me dejarás ni el tiempo de
tragar saliva?
20 Si he pecado, ¿qué te he hecho a ti, oh guardián de los hombres?
¿Por qué me has hecho blanco tuyo? ¿Por qué te sirvo de cuidado?
21 ¿Y por qué no toleras mi delito y dejas pasar mi falta? Pues ahora
me acostaré en el polvo, me buscarás y ya no existiré.