...la Biblia de Jerusalén
Job 8, 1-20
1 Bildad de Súaj tomó la palabra y dijo:
2 ¿Hasta cuándo estarás hablando de ese modo, y un gran viento serán
las razones de tu boca?
3 ¿Acaso Dios tuerce el derecho, Sadday pervierte la justicia?
4 Si tus hijos pecaron contra él, ya los dejó a merced de sus delitos.
5 Mas si tú a Dios recurres e imploras a Sadday,
6 si eres irreprochable y recto, desde ahora él velará sobre ti y
restaurará tu morada de justicia.
7 Tu pasado parecerá insignificante el lado de tu espléndido futuro.
8 Pregunta, si no, a la generación pasada, medita en la experiencia de
sus padres.
9 Nosotros de ayer somos y no sabemos nada, como una sombra
nuestros días en la tierra.
10 Pero ellos te instruirán y te hablarán, y de su corazón sacarán estas
máximas:
11 «¿Brota acaso el papiro sin marismas? ¿Crece sin agua el junco?
12 Aún en su verdor, sin ser cortado, antes que toda otra hierba se
marchita.
13 Tal es el fin de los que a Dios olvidan, así fenece la esperanza del
impío.
14 Su confianza es un hilo solamente, su seguridad una tela de araña.
15 Se apoya en su morada, y no le aguanta, se agarra a ella y no
resiste.
16 Bien regado ante la faz del sol, por encima de su huerto salían sus
renuevos.
17 Sobre un majano entrelazadas sus raíces, vivía en una casa de
piedra.
18 Mas cuando se le arranca de su sitio, éste le niega: “¡No te he visto
jamás!”
19 Y vedle ya cómo se pudre en el camino, mientras que del suelo
brotan otros.»
20 No, Dios no rechaza al íntegro, ni da la mano a los malvados.