...la Biblia de Jerusalén
Job 9, 2-25
2 Bien sé yo, en verdad, que es así: ¿cómo ante Dios puede ser justo
un hombre?
3 A quien pretenda litigar con él, no le responderá ni una vez
entre
mil.
4 Entre los más sabios, entre los más fuertes, ¿quién le hizo frente y
salió bien librado?
5 El traslada los montes sin que se den cuenta, y los zarandea en su
furor.
6 El sacude la tierra de su sitio, y se tambalean sus columnas.
7 A su veto el sol no se levanta, y pone un sello a las estrellas.
8 El solo desplegó los Cielos, y holló la espalda de la Mar.
9 El hizo la Osa y Orión, las Cabrillas y las Cámaras del Sur.
10 Es autor de obras grandiosas, insondables, de maravillas sin
número.
11 Si pasa junto a mí, yo no le veo, si se desliza, no le advierto.
12 Si en algo hace presa, ¿quién le estorbará? ¿quién le dirá: «¿Qué es
lo que haces?»
13 Dios no cede en su cólera: bajo él quedan postrados los esbirros de
Ráhab.
14 ¡Cuánto menos podré yo defenderme y rebuscar razones frente a él!
15 Aunque tuviera razón, no hallaría respuesta, ¡a mi juez tendría que
suplicar!
16 Y aunque le llame y me responda, aún no creo que escuchará mi
voz.
17 ¡El, que me aplasta por un pelo, que multiplica sin razón mis
heridas,
18 y ni aliento recobrar me deja, sino que me harta de amargura!
19 Si se trata de fuerza, ¡es él el Poderoso! Si de justicia, ¿quién le
emplazará?
20 Si me creo justo, su boca me condena, si intachable, me declara
perverso.
21 ¿Soy intachable? ¡Ni yo mismo me conozco, y desprecio mi vida!
22 Pero todo da igual, y por eso digo: él extermina al intachable y al
malvado.
23 Si un azote acarrea la muerte de improviso, él se ríe de la angustia
de los inocentes.
24 En un país sujeto al poder de un malvado, él pone un velo en
el
rostro de sus jueces: si no es él, ¿quién puede ser?
25 Mis días han sido más raudos que un correo, se han ido sin ver la
dicha.