32 El sacerdote Pinjás, hijo de Eleazar, y los principales, dejando a los
rubenitas y a los gaditas, volvieron del país de Galaad al de
Canaán, a
donde los israelitas, y les dieron la respuesta.
33 La cosa pareció bien a los israelitas: los israelitas dieron gracias a
Dios y no hablaron más de hacerles la guerra y devastar el
territorio
habitado por los rubenitas y los gaditas.
34 Los rubenitas y gaditas llamaron al altar..., porque decían: «Será
testigo entre nosotros de que Yahveh es Dios.»