5 Estaba circuncidada toda la población que había salido, pero el
pueblo nacido en el desierto, de camino, después de la salida de Egipto, no
había sido circuncidado.
6 Porque durante cuarenta años anduvieron los israelitas por el
desierto, hasta que pereció toda la nación, los hombres salidos de
Egipto
útiles para la guerra. No obedecieron a la voz de Yahveh y Yahveh les juró
que no les dejaría ver la tierra que había prometido a sus padres
que nos
daría, tierra que mana leche y miel.
7 En su lugar puso a sus hijos y éstos son los que Josué circuncidó,
porque eran incircuncisos, ya que no los habían circuncidado por el camino.
8 Cuando acabó de circuncidarse toda la gente, se quedaron donde
estaban en el campamento hasta que se curaron.
9 Y dijo Yahveh a Josué: «Hoy os he quitado de encima el oprobio de
Egipto.» Por eso se llamó aquel lugar Guilgal, hasta el día de hoy.
10 Los israelitas acamparon en Guilgal y celebraron allí la Pascua el
día catorce del mes, a la tarde, en los llanos de Jericó.
11 Al día siguiente de la Pascua comieron ya de los productos del
país: panes ázimos y espigas tostadas, ese mismo día.
12 Y el maná cesó desde el día siguiente, en que empezaron a comer
los productos del país. Los israelitas no tuvieron en adelante maná,
y se
alimentaron ya aquel año de los productos de la tierra de Canaán.
13 Sucedió que estando Josué cerca de Jericó, levantó los ojos y vio a
un hombre plantado frente a él con una espada desnuda en la mano. Josué
se adelantó hacia él y le dijo: «¿Eres de los nuestros o de
nuestros
enemigos?»
14 Respondió: «No, sino que soy el jefe del ejército de Yahveh. He
venido ahora.» Cayó Josué rostro en tierra, le adoró y dijo: «¿Qué dice mi
Señor a su siervo?»