18 Pero vosotros guardaos del anatema, no vayáis a quedaros, llevados
de la codicia, con algo de lo que es anatema, porque convertiríais
en
anatema todo el campamento de Israel y le acarrearíais la desgracia.
19 Toda la plata y todo el oro, todos los objetos de bronce y de hierro,
están consagrados a Yahveh: ingresarán en su tesoro.»
20 El pueblo clamó y se tocaron las trompetas. Al escuchar el pueblo
la voz de la trompeta, prorrumpió en gran clamor, y el muro se vino abajo.
La gente escaló la ciudad, cada uno frente a sí, y se apoderaron de ella.
21 Consagraron al anatema todo lo que había en la ciudad, hombres y
mujeres, jóvenes y viejos, bueyes, ovejas y asnos, a filo de espada.