7 Al pueblo le dijo: «Pasad y dad la vuelta a la ciudad y que la
vanguardia pase delante del arca de Yahveh.»
8 (Se hizo según la orden dada por Josué al pueblo). Siete sacerdotes
llevando las siete trompetas de cuerno de carnero delante de Yahveh
pasaron y tocaron las trompetas; el arca de la alianza de Yahveh
iba tras
ellos;
9 la vanguardia iba delante de los sacerdotes que tocaban
las
trompetas y la retaguardia marchaba detrás del arca. Según iban caminando,
tocaban las trompetas.
10 Josué había dado esta orden al pueblo: «No gritéis, ni dejéis oír
vuestras voces (que no salga ni una palabra de vuestra boca) hasta el día en
que yo os diga: “Gritad.” Entonces gritaréis.»
11 Hizo que el arca de Yahveh diera la vuelta a la ciudad (rodeándola
una vez); luego volvieron al campamento, donde pasaron la noche.
12 Josué se levantó de mañana y los sacerdotes tomaron el arca de
Yahveh.
13 Siete sacerdotes, llevando las siete trompetas de cuerno de carnero
delante del arca de Yahveh, iban caminando y tocando las trompetas según
caminaban. La vanguardia iba delante de ellos y la retaguardia detrás
del
arca de Yahveh, desfilando al son de las trompetas.
14 Dieron (el segundo día) una vuelta a la ciudad y volvieron al
campamento. Se hizo lo mismo los seis días.
15 El séptimo día, se levantaron con el alba y dieron la vuelta a
la
ciudad (según el mismo rito) siete veces. (Sólo aquel día dieron la vuelta a
la ciudad siete veces.)
16 La séptima vez, los sacerdotes tocaron la trompeta y Josué dijo al
pueblo: «¡Lanzad el grito de guerra, porque Yahveh os ha entregado la
ciudad!»
17 «La ciudad será consagrada como anatema a Yahveh con todo lo
que haya en ella; únicamente, Rajab, la prostituta, quedará con vida,
así
como todos los que están con ella en su casa, por haber ocultado a
los
emisarios que enviamos.
18 Pero vosotros guardaos del anatema, no vayáis a quedaros, llevados
de la codicia, con algo de lo que es anatema, porque convertiríais
en
anatema todo el campamento de Israel y le acarrearíais la desgracia.
19 Toda la plata y todo el oro, todos los objetos de bronce y de hierro,
están consagrados a Yahveh: ingresarán en su tesoro.»
20 El pueblo clamó y se tocaron las trompetas. Al escuchar el pueblo
la voz de la trompeta, prorrumpió en gran clamor, y el muro se vino abajo.
La gente escaló la ciudad, cada uno frente a sí, y se apoderaron de ella.
21 Consagraron al anatema todo lo que había en la ciudad, hombres y
mujeres, jóvenes y viejos, bueyes, ovejas y asnos, a filo de espada.